Sonó el timbre de la casa, salí a ver quién llamaba. Era él, era Rodrigo. Le dije que mi hermano no estaba, pero...
- No lo vengo a ver a él...vengo por ti.
Esto no lo esperaba, mi corazón casi se salió de mi pecho al escuchar esta declaración.
- Voy al recital y quiero llevarte conmigo.
- Pucha, es que estoy sola y no sé si...
- ¿Bueno vas o no vas? - preguntó cortante.
En fracción de segundos decidí que era ahora o nunca, que sólo se vive una vez, que carpe diem, etc, etc. Así es que le pedí que me esperara un instante. Entré en mi casa, me arreglé y dejé sobre la mesa del comedor una nota que decía "voy y vuelvo".
Caminamos hasta la parada tomados de la mano y el resto del trayecto fue igual. Ya en el estadio, cantamos y bailamos cada canción, yo me las sabía todas.
Terminado el espectáculo, nos fuimos a comer algo y luego caminamos por la ciudad. La noche estaba preciosa, el cielo lleno de estrellas.
Al llegar a una plaza, nos sentamos en una banca y nos pusimos a conversar. Mientras conversábamos, él acariciaba mis manos, mi pelo. Después de un rato, me abrazó y sentí que una de sus manos se deslizaba de manera lenta e imprudente por mi cuerpo, en tanto me susurraba al oído: "vamos a mi casa...".
No me gustó para nada el rumbo que estaba tomando nuestra cita, por ello le pedí que me llevara a casa y guardé silencio el resto del camino.
Cuando entré en mi casa mi madre me miró diciendo "veo que volviste"
- Sí mamá, tal cual como lo escribí en la nota.
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