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domingo, 27 de septiembre de 2009

Amigo bueno

Todos tenemos uno, eso espero, ese amigo "paleta" que siempre está cuando lo necesitas, ya sea para brindarte aliento, un buen consejo, un comentario para hacerte volver a la realidad, etc.
Pero sucede que a veces nosotros mismos nos convertimos en ese amigo bueno y como dice el Chavo: sin querer queriendo. ¿A qué me refiero? a esto:
Estaba en la escuela, subiendo las escaleras para llegar a mi sala de clases, al llegar arriba uno de mis compañeros sale del aula y me agarra de brazo.
- Me siento mal - lo tomé entonces yo del brazo y lo ayudé a avanzar ¿a dónde? ni idea.
Al final él solo siguió caminando y yo sólo lo seguí. Finalmente, cuando ya estábamos en los últimos peldaños de la escalera, comenzó a vomitar. Se ensució entero y ni hablar cómo quedó el suelo y la escalera.
Lo llevé como pude al baño, ahí terminó de botar lo poco que quedaba en su estómago, luego se lavó y enjuagó lo que pudo de su ropa. Volvimos a la sala, allí la profesora lo mandó a la enfermería, conmigo incluido; y de la enfermería lo mandaron a su casa.
Desde ese día es que soy considerado, por él, un buen amigo.Yo que simplemente iba pasando por ahí...

viernes, 4 de septiembre de 2009

Sucesos

Parte l

Cursaba el último semestre de mi carrera de Pedagogía en Inglés cuando fui expulsada del hogar. Mi padre gritó que no quería verme más. Era un hombre gordo, alto, de enormes pies, que cubría casi todo el umbral, ocultando a mi madre y a la empleada, que lloraban a moco tendido en el hall.
Por primera vez percibí aspectos de la avenida en que vivíamos, de los que jamás me había percatado. Hasta la forma del poste de la luz me pareció diferente. A un gigantesco limonero del jardín del vecino no lo había visto nunca. Caminé con las manos en los bolsillos, el rostro algo encendido, mirando esa calle de tantos años donde descubrí un grifo, el tronco acromegálico de un aromo, detalles algunos que jamás había notado y otros que adquirían dimensiones diferentes.
¿Qué podía hacer con mil pesos en el bolsillo?
Continué caminando sin expectativa alguna, pensando que mi vida de ahora en adelante seguiría así o que siempre había sido así y yo jamás me había dado cuenta. Definitivamente el optimismo, mi principal característica, se había quedado en casa junto a todo lo demás.
Iba sumida en estos lastimeros pensamientos, ignorando que existen cosas peores. De pronto llegué a una plaza que jamás había visto, pero bueno, ya se habrán dado cuenta que mi capacidad de observación no es una de las mejores, en fin, ahí estaba y todo me parecía extraño o porqué no decirlo, un tanto misterioso.
En el lugar habían grandes y frondosos árboles que coexistían con una infinidad de animales, esto definitivamente no era una plaza, mi confusión se debió a que al principio una neblina muy espesa lo cubría todo; miré a mí alrededor, sin embargo no veía nada hasta que mis ojos se acostumbraron a la oscuridad y mi mente se negaba a creer lo que ocurría…
¡Un círculo! Sí un círculo, no obstante no era cualquier círculo, éste estaba formado por un grupo de animales que discutían acaloradamente.

- ¡No y no, no estoy de acuerdo! – gritaba una ardilla.
-Entonces qué haremos con ella – preguntó un ratón refiriéndose a una sombra que estaba junto a ellos.

Esto sí que no lo podía creer, tanto estudiar para comprender otro idioma y ocurre que ahora en fracción de segundos podía entender a los animales, y eso no era todo…

- Hagámosla desaparecer como a los otros humanos y listo – esto lo dijo un lindo canarito.
- ¡Un momento! – exclamé y aquí vino lo peor.

Estoy segura que no lo creerán, ocurre que además de entender lo que decían podía hablar con ellos, por ende traté de convencerlos, porque a esa altura tenía claro que estaban hablando de aquella sombra. Mientras estaba en eso, me di cuenta que no eran animales de carne y hueso en realidad, tampoco tridimensionales, ni nada parecido; eran planos y delgados, eran de papel.
Me contaron algunos de los problemas que habían tenido con los humanos que en un momento determinado cruzaron hasta esta dimensión al igual que esa sombra; unos los rallaron, otros los quemaron, otros, “los peores” como los llamaban, cortaban trozos para coleccionarlos.
Mientras escuchaba, me dediqué a observar detenidamente el lugar, la verdad era que no me resultaba tan extraño como en un principio, de hecho hasta me era familiar. Seguí abstraída en estas cavilaciones, hasta que por fin di en el clavo.

- ¡Ustedes son un aviso, un comercial! Sí el spot que veo cada mañana al pasar en el autobús

Todos me miraron, no entendían mi entusiasmo, tampoco yo, después de todo no sabía cómo había entrado esa persona allí, ni cómo podría salir, así es que puse mayor atención para poder ayudarlos, típico de las historias que una lee, el que ayuda a los demás recibe a cambio alguna recompensa y que mejor que sacar a esa persona de allí.
El asunto era muy simple y sencillo: la sombra era uno de “los peores” tiempo atrás recortó una parte esencial y si no la recuperaban a tiempo desaparecerían todos para siempre, aquella parte era un diálogo en inglés, saqué de mi bolsillo un lápiz y lo escribí. No bien había cumplido mi misión, les pedí que la dejaran ir con una gran sonrisa en mi rostro, por el contrario, ellos estaban furiosos y gritaban que se había cumplido la profecía. En ese mismo instante el canario encendió un fósforo, por lo que logré ver el rostro de aquella sombra, era mi padre; el canario dejó caer el fósforo y las llamas no se dejaron esperar consumiéndolo todo.
Fue espantoso, horrorizada corrí a mi casa, pero ésta estaba toda abrazada en llamas, grité, lloré, sin embargo ya no se podía hacer nada, absolutamente nada.
Mientras bomberos y toda clase de gentes corrían de un lado a otro, llegó la prensa, un periodista se me acercó y me preguntó por lo sucedido, le relaté mi historia y por supuesto no me creyó. Desde ese preciso instante es que me encuentro escribiendo historias para una revista y… el billete de mil pesos es parte de otro cuento.