Datos personales

sábado, 29 de noviembre de 2008

El doctorcito

Entro casi arrastrándome a su despacho, tomo asiento de inmediato, sin ser invitada a hacerlo, la verdad es que ya no daba más y era lo único que quería hacer. Me pregunta apenas dos o tres cosas y me pide que me siente en la camilla para examinarme.
Sentada ahí escucho la palabra que todos comúnmente dicen “desvístase”. Entonces yo, de aquellos tres kilos de ropa que llevaba encima, me deshago de dos y medio kilos, quedando sólo con ropa interior y una polera y ¡ojo! Sólo tenía que sacarme lo de arriba. En eso se da vuelta, me mira y me dice aún con voz de doctor y profesional “todo”. Inmediatamente pensé “tanta cara de cadáver traeré que éste está pensando en hacerme el favor antes de morir o me vio cara de güeona”.
Bueno, de mis labios sólo salió un no por respuesta, bastante decisivo al parecer, porque sólo me hizo abrir la boca, escuchó los latidos de mi corazón, luego mis pulmones y finalmente me dijo un “puede vestirse”, a secas.
Puse sobre mí, nuevamente, los dos kilos y tantos de ropa, mientras él hacía la receta, me la extendió diciendo:

- Tómelo por…veces al día

Salí de la consulta, caminé unas cuadras por la calle Lastarria y miré el bendito papel que curaría mis males “xxx”, era un remedio bastante publicitado en televisión, haberlo sabido antes.
Ahí me entró la duda, este tipo… ¿sería el médico o el camillero? No regresé para averiguarlo, pero lo que sí me quedó muy claro es que el tener mucha ropa encima me asegura más de alguna experiencia erótica.

(Registro de propiedad intelectual n°177787)