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viernes, 28 de enero de 2011

Una historia más


Estoy muerta, sí así tal cual como lo acabas de leer. Yo, una joven normal, tranquila y llena de vida morí hace algunos días. Mi caso apareció incluso en la noticias “Una joven ingresa a la posta de urgencia con una puñalada a nivel toráxico, se presume que el agresor…”
En fin, yo me dedicaba a escribir en una revista, un día un editor se comunicó conmigo invitándome a que me reuniera con él. Así lo hice, nos tomamos un café mientras él me relataba los detalles para la publicación de un libro con mis historias, todo iba de maravillas, de pronto él sacó algo así como un cuchillo, sentí un dolor atroz, luego la sirena de la ambulancia…y salí de mi cuerpo, sin entender nada.
Al momento en que comprendí un poco lo que sucedía, también comprendí que nunca encontrarían al culpable ¿por qué? simple, él era, cómo decirlo, parte de mi mente, uno de mis personajes.
Hace unas semanas había escrito la historia de un asesino, el tipo asesinaba a una escritora, tal cual como ella lo relataba en una de sus novelas…y así fue que morí. Pensé fervientemente en una solución, no deseaba quedarme aquí en este mundo como un alma en pena. Entonces fui a mi departamento y busqué la historia, de un lado a otro, mas no la podía hallar y no entendía. Ahí caí en la cuenta que este cuento no lo había terminado de corregir, por lo que debía estar en el cajón donde guardaba comúnmente los relatos que aún les faltaba algún detalle.
Ahí estaba, era el primero, lo tomé, lo leí y corregí algunos errores. Mientras hacía esto me di cuenta que en mi habitación sucedían cosas. Los objetos volvían a su antiguo lugar, pues a su paso la policía había dejado todo al revés. Seguí realizando cambios, pero noté que no podía cambiar la historia, es decir, podía corregir las faltas de ortografía, cambiar una palabra o frase por otra, pero la historia no. Se acabó, todo se acabó.
Lloré, lloré desconsoladamente y me detuve cuando me di cuenta que la historia no tenía final, no había alcanzado a escribirlo, entonces tomé mi lápiz y comencé.
Fue inútil, por más que traté de escribir que sólo había quedado herida o en coma y que luego volvía a su vida normal, no lo logré. Al momento de terminar todo lo que había escrito se borraba inmediatamente. Pasó el tiempo lentamente mientras yo trataba de buscar la forma de ayudarme. Entonces vino la idea, que en realidad no era una nueva idea, ya que sólo me dediqué a escribir lo que estaba viviendo o “muriendo” ahora.
Al terminar la novela, la dejé sobre el escritorio, allí colocaba siempre los trabajos terminados, mi representante pasaba y los llevaba a la revista. En esta ocasión la vi llegar, tomar la historia, leerla e irse feliz.
La historia no fue publicada en la revista, pensé que como yo había muerto, lo más probable es que ya tenían a otra persona, pero no fue por eso. Mi representante fue directo a una editorial, la publicaron y fue todo un éxito.
Y yo sigo aquí, no como alma en pena, sino que terminando de escribir todas aquellas historias que siempre dejé a la mitad por diversos motivos: por distracción, porque no me parecían lo suficientemente buenas o porque no tenía tiempo, ahora el tiempo me sobra…creo.

3 comentarios:

Daniel dijo...

Que gracioso el cuento es como vivir en un mundo real de muertos viendo el irreal de los vivos....es como para participar en un concurso de cuentos por que no lo intentas?

Daniel dijo...

Golondrina ve este link con concursos literraios http://www.escritores.org/index.php/recursos-para-escritores/concursos-literarios

saludos

Anónimo dijo...

un poco de vida un buen poco de muerta me pregunto yo ta viva o ta muerta en verdad sera como de eso muertos que sigen bagando entre nosotros